jueves, 30 de mayo de 2013

"Y, a mayores, es erótica..."

Paco Vázquez, presentador excepcional de El viento de mis velas

 
Dos meses sin una sola entrada: mucho tiempo, aunque justificado. Estamos metidos en proyectos nuevos, en promocionar las aventuras de Yago Valtrueno, en conseguirle más distribución y, esta semana, en un esguince que ha afirmado nuestra fe en la sanidad pública. Bendita lesión, que nos da tiempo para retomar este contacto.
Más que una entrada sobre las historias e historietas de los días de Yago y sus compinches, hoy os traemos una crónica, la de una reciente presentación en Coruña. Es verdad que El viento de mis velas fue presentada en diciembre y vuelta a presentar en Betanzos, ciudad del padre Verboso. Pero no contábamos con que a Paco Vázquez, una de las personalidades coruñesas que recibió la novela, le gustase tanto que quisiera presentarla otra vez.
 

Francisco Vázquez, alcalde y embajador
El caso es que, hace un mes, él mismo nos lo propuso;  ni corto ni perezoso, se puso en contacto con Manuel Arenas, propietario de la conocida librería que lleva su apellido, y el día 23 de mayo, hace una semana, a las ocho y media de la tarde, celebramos el acto.
El local estaba abarrotado y la mesa de ponentes también. Junto a Paco Vázquez nos sentamos mi editor, José Luis Saavedra; el prologuista de la novela y catedrático de Compostela, José Luis Castro de Paz; y yo, el feliz autor.
El que fuera durante veintitrés años alcalde de Coruña y luego embajador, se maravilló, para empezar, de la valentía del editor, que se atreve a publicar en estos tiempos oscuros. Luego ponderó el esfuerzo de documentación y el uso del lenguaje en El viento de mis velas. Discrepó con Castro de Paz en que fuera una novela picaresca: "Yo creo que es, más bien, costumbrista". En esa línea, afirmó que el lector llega a oler la Coruña de Yago Valtrueno.
Del olfato pasó al gusto, pues recordó el capítulo dedicado a la accidentada irrupción del chocolate en el imperio de los Austria; y también habló del imaginario figón italiano abierto en la calle de los Cartuchos, refugio del histriónico Nicolás Setaro, fundador del primer teatro coruñés.
 

El editor, José Luis Saavedra
Vázquez tuvo palabras de exaltación para la figura del padre Verboso, ya que, según recordó, él mismo se siente betanceiro por parte de madre. Pero, sin duda, el momento estelar de su análisis de la novela llegó cuando afirmó, con sonrisa maliciosa y un marcado acento gallego: "Y, a mayores, es erótica". La carcajada fue general.
Me van ustedes a perdonar, pero que todo un ex embajador en la Santa Sede incluya en sus alabanzas a El viento de mis velas el erotismo de sus páginas es algo que, como autor, me deja un poso de satisfacción. Tiene razón el ex alcalde, que puso como ejemplo un lance en un palco del teatro que Setaro construyó en lo que hoy es la plaza del Humor. "No les digo más que el capítulo se llama El beso francés", añadió.
Y es que el siglo XVIII en Europa fue una época de consumo suntuario, de auge del espectáculo, de ocio, de inventos para entretener, de modas efímeras y extravagantes y de un ansia morbosa de mostrarse y de hacer de la vida un escenario (hoy diríamos pasarela o plató). ¿Cómo no iba a florecer, en semejante ambiente, el erotismo? De hecho, conocimos al padre Verboso el día que entró en la librería de don Gaspar en busca de Venus en el claustro, una obrilla del abate Duprat que detalla aventuras galantes en las celdas de un convento sáfico. En otro pasaje, Yago recuerda a Samaniego y La Fontaine, pero no por sus fábulas, sino por sus obras eróticas: "Alzándose en el aire el miembro fuerte, la moza en él clavada parecía un esclavo de los que empalan en Turquía", escribió el fabulista español en El jardín de Venus.
 
 
El XVIII es el siglo de las aventuras de Casanova, de Los dijes indiscretos (coños parlantes) de Diderot, del Arte de putas de Moratín, del Tom Jones de Fielding y de Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos. Cotejar estas obras con los best sellers eróticos de hoy en día sería como comparar el Quijote con el horóscopo de Diez Minutos.


Unos cuantos de aquellos autores eróticos eran clérigos de órdenes menores, abates mundanos y frívolos de los que ya hablamos en una entrada anterior. Otros, en cambio, eran filósofos anticlericales que desmentían en sus relatos la santidad de los pastores de la Iglesia. Todos juntos dieron a la posteridad pasajes memorables, tan actuales que han podido ser llevados al cine con gran éxito, incluso por Disney. ¿Sorprendidos? La bella y la bestia, de Madame Leprince de Beaumont, es considerada como un atractivo ejemplo de iniciación sexual de una doncella y, por ello, suele incluirse en las antologías eróticas.
Así que, estimado alcalde y embajador, cuando tiene usted razón, la tiene y hay que dársela: El viento de mis velas es histórica, picaresca, costumbrista y, a mayores, erótica...
 
Gracias: aparte, por descontado, del agradecimiento a Paco Vázquez por su complicidad en la difusión de El viento de mis velas, damos también las gracias a Manuel Arenas y a su equipo, por su atención y sus escaparatazos; a Emilio, de Marita Ron, y a su gente, por el torrente de gin tonics  en el agasajo posterior a la presentación; y a Eduardo Blanco por su feliz mediación en el evento. Aplausos y abrazos para todos...