jueves, 20 de noviembre de 2014

CON LO RENTABLE QUE ES 

LA HISTORIA (con mayúsculas)...


 

Hoy me voy a dar el lujo de empezar con un tópico. Un tópico es a la creatividad lo que una patada al caldero es a una dieta de adelgazamiento. Al caldero de acelgas, claro. Cuando estás harto de disciplina, te comes la primera porquería que pillas. Eso es un tópico para un escritor, creo yo.

Pues ahí va: tenemos Historia en España como para haber trabajado todos haciendo películas y series históricas en vez de inflar la burbuja inmobiliaria y las cajas B de los partidos y, a mayores, abrir enotecas (al ritmo que se abren, yo creo que no son de vino blanco, sino del blanqueado). Si hubiéramos cambiado una burbuja por otra (porque al final la codicia lo infla todo), tendríamos corruptos más guapos que los que sufrimos. ¿Te has fijado en que la mayoría de ellos son más feos que Picio y más babosos que Jabba the Hutt? No dan en cámara ni los buenos días... Te concedo que Bárcenas tenga un aire a Stewart Granger, pero hasta ahí.

   

¿Por qué los gringos, con poco más de doscientos años de Historia, producen y producen películas y series sobre aventuras antiguas y nosotros apenas hemos empezado? Por presupuesto, me dirás. Sin duda, por eso también. Pero yo creo que el peor obstáculo es la pompa que nos gastamos por aquí, que es pedantería en los que leemos y suficiencia mal calibrada en los que no. Me da en la nariz que los españoles, en cuanto tenemos un título y algunas lecturas, nos volvemos de un elitismo insoportable y vacuo. Como diría Yago Valtrueno, el protagonista de El viento de mis velas: "Aprendemos antes a levantar la punta de la nariz que a sonarnos los mocos".

En España, los historiadores aún están decidiendo si los que nos dedicamos a la novela histórica merecemos la horca o un balazo. En el mundo anglosajón, en cambio, abundan los historiadores que producen obras de este género y son, justamente, los que tienen más claro que lo suyo es un producto editorial. Nosotros, herederos de los hidalgos de tripas vacías, aún creemos que lo comercial es propio de villanos y de judíos. De eso se aprovecharon los luteranos, creadores de un Dios que solo reparte gracia a los ganadores.

También me dirás que no hacemos más ficción histórica porque ya no hay una nación que nos incluya a todos. Bueno, los americanos tienen a los tejanos y lo mismo filman películas de romanos -Peplum- que la defensa de El Álamo -Western-. En ambos casos, para más inri, se meten en lo nuestro: Roma invadió Hispania y el Imperio Hispánico colonizó el Sur y el Oeste de los Estados Unidos. No tenemos excusa.

Es verdad que el panorama está cambiando. Yo creo que desde Curro Jiménez no se aprovechaba tanto nuestro pasado para obtener audiencia y ganancias. Los más viejos recordaréis también a Diego de Acevedo, con un jovencísimo Paco Valladares interpretando a un oficial español en plena Guerra de la Independencia (por recordar estas cosas se me ve la edad). Saltando el abismo de los años, ahí están las recientes Águila RojaHispania o Isabel, que tendrá continuación con su nieto, Carlos I.

  Me parece alentador, me pongo a aplaudir como una foca cuando leo que esta o aquella productora se están planteando una serie histórica. Y me alegro con todas las consecuencias, incluidas las del escaso rigor. Colegas, tenéis que hacer un poco más de caso a los asesores históricos y no dejaros llevar por las veleidades de un realizador o de un productor ejecutivo. La carabelas de Colón, que eran, en realidad, dos carabelas y una carraca, no pueden recortarse al contraluz contra la catedral de Cádiz, que es del siglo XVIII, tal y como pasó en Isabel (ver foto de cabecera). Tampoco se nos puede ir la olla con que secuestren a Felipe IV en Águila Roja (la Película) o que el hijo del protagonista lleve unos quevedos que parecen de Tchin Tchin Afflelou. Y qué decir de los cascos de los legionarios romanos de Hispania -dando agua en la imagen-, alquilados a la producción de Gladiator -foto de la izquierda- y tan mal ubicados en la serie como en la película. Me dirás que un casco romano es un casco romano y punto. Pues no. Los Tercios de la Legión actual no llevan los morriones de los Tercios de Flandes, así como los legionarios republicanos que lucharon contra Viriato no tenían los mismos uniformes que sus colegas imperiales de tres siglos más tarde, aquellos con los que Marco Aurelio, el emperador de Gladiator, derrotó a los germanos. Los cascos históricos los tienes abajo; los de la serie y la película, si me apuras, parecen borgoñotas del XVII.


  

 

 

En fin, que por aquí nos gastamos mucho liríli cursi y poco leréle de provecho. Y me alegra una barbaridad que seamos capaces de cambiar para ser más linces de los negocios históricos y un poco menos ratones de biblioteca. Soy de esos ingenuos que piensan que la curiosidad se puede aletargar en el ser humano, pero se muere con él y no antes. Por eso creo que popularizar nuestra Historia llevará a más españoles a querer conocerla y a entender el presente como ciudadanos adultos. Y, dicho esto, me voy a escribir la carta a los Reyes Magos...


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2 comentarios:

  1. Muy bueno, tienes toda la razón, los historiadores de la tele o del cine casi siempre buscan más una imagen hermosa, que la veracidad de la propia historia. Supongo que en el campo del vestuario será lo mismo (o peor) pues ahí entrará en la veracidad el gusto del director, del encargado de la fotografía, de la dureza o dulzura que deseen dar en los planos etc etc
    Nos leemos.
    AbuelaTeCuenta.

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  2. Nos leemos, claro que sí. No sabes lo difícil que me parece escribir cuentos. Sobre lo que comentas, me encantaría tener entradas de gazapos todas las semanas con tal de que se hicieran más series y películas históricas. Estoy seguro de que algo bueno sacaríamos de ahí, incluso que fueran mejorando con el tiempo...

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