sábado, 22 de agosto de 2015


Elisenda Segura: amante (y practicante) de la belleza.

Viajamos con ella y soñamos hogares en sus blogs:

http://sonlasfotografiasdemisviajes.blogspot.com.es/




Sirva como presentación...


José Juan Picos Freire, autor del libro El viento de mis velas, ha tenido la gentileza de invitarme para escribir en su blog un post relacionado con el mundo del café.

Tengo la obligación de presentarme para dejar constancia de que no soy escritora, aunque me gusta mucho escribir, así que sed benevolentes en la lectura, aunque no en la crítica.

Mi relación con Picos Freire ha sido a través de Google+ dónde compartimos entradas y comentarios de nuestros respectivos blogs. El mío es una invitación a viajar, el suyo a pensar. 

Comparto con José Juan la pasión por el café y estoy literalmente enamorada de las entradas que publica en este blog, por este motivo, no he podido negarme a aceptar su invitación. Este es mi humilde relato...




UN CAFÉ PARA RECORDAR

Por Elisenda Segura



 

La vida me debe alguna explicación. No sé cómo llegué hasta aquí y no comprendo nada de lo que ocurrió. Todo parecía andar sobre ruedas y tenía la certeza de pisar terreno firme, pero en un instante todo cambió. 

Únicamente retengo en mi mente, y de forma vaga, la mañana en la que perdí cualquier atisbo de referencia sobre mi vida anterior. Sé que estaba en París, llegaba tarde, parece que no es nada extraño en mí, y tenía la sensación de que el taxi no acudiría a tiempo. Seguro que sería imposible asistir a la cita a la hora prevista, aunque ahora soy incapaz de recordar dónde era. No sé porqué, pero estoy segura de que la ropa que había elegido para la ocasión no era la más adecuada. Seguro que los zapatos que me había regalado Marcus hubieran quedado mejor, pero nuestra ruptura fue tan traumática que apuesto que no los había elegido, aunque en realidad, soy consciente ahora, de que son los mejores de mi armario. 

Recuerdo ver llegar el taxi y a mi mano agitarse de forma violenta para llamar su atención. Buenos días escuetos y la dirección. Ahora soy incapaz de recordarla. En la radio del taxi sonaba música de los ochenta y mi deseo era, a la vez, que el viaje fuera corto y largo. Tenía prisa y no quería tenerla. La música me transportaba a mis años de juventud y podía cantar cualquiera de las canciones que, una tras otra, iban saliendo por el altavoz, lo que me hacía muy feliz. Con cierto pudor bajaba la voz cada vez que llegábamos a algún semáforo y nos deteníamos, aunque el taxista, un hindú con turbante sij, me miraba por el retrovisor y sonreía. Al final, el taxi se detuvo, saqué la cartera de mi bolso recién estrenado, pagué la carrera y bajé del coche frente a un edificio que ahora no puedo recordar. 

Ese es mi último recuerdo, a partir de ahí todo se oscurece y no soy capaz de enhebrar ningún otro pensamiento coherente. La realidad se vuelve difusa, apenas como un reflejo o, más bien, un espectro sin objetividad.

Ahora estoy sentada en un banco del jardín de la que dicen es mi casa, tomando un aromático Blue Mountain, intentando recomponer mi vida y buscando el punto de apoyo que me haga recordar quién soy y cuál ha sido mi preexistencia. Necesito encontrar las huellas de mi pasado, hallarme en el tiempo y resucitarme a mí misma. Cada sorbo de café me devuelve la reseña de sensaciones ya vividas y no puedo separar mis labios de la taza de la Royal Copenhagen que contiene el extraordinario brebaje, ni mi nariz de su aroma, mientras escucho canciones de los ochenta, intentando que acudan a mi mente las historias, personajes y sucesos que han configurado mi vida.


¿Te ha gustado esta entrada de Elisenda Segura? Pues la semana que viene Casaseca -autor de la novela La carne de Eva- nos contará cómo, a veces, Cupido dispara café en vez de flechas...


¿QUIERES PROBAR MI NOVELA CON AROMA DE CAFÉ?

¿TE ATREVES CON UNA SÁTIRA DE LA TELEVISIÓN?

14 comentarios:

  1. Otra maravilla del café: estimula nuestros recuerdos. Cuántas veces el aroma de una taza me hizo recordar un lugar, un paisaje, una persona, un estado de ánimo... Bonita entrada Elisenda.

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    1. Muchísimas gracias, Josevi. Después de leer tu relato de hace dos semanas me entró flojera de piernas pensando que, en poco tiempo, sería yo quien compartiera esta magnífica experiencia con pesonas tan extraordinarias como tú. Por ese motivo, te agradezco enormemente tu crítica y me alegro mucho de que te haya rememorado experiencias vividas. Un abrazo.

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    2. Espero que recuperes la memoria.

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  2. ¡Hala! ¡Y nos deja así! Venga, Elisenda, resucítate -o, más bien, resucita a tu narradora- y sigue contándonos. Esperamos la continuación (con una taza de café en la mano, naturalmente). Un abrazo, viajera.

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  3. EL CAFE ES UNA BEBIDA MARAVILLOSA, QUE NOS MANTIENE ALERTAS, MIS RECUERDOS SI ESTAN PRENSENTE, CUANDO MI QUERIDA ABUELA DECIA QUE SI NO TOMABA CAFE NO DORMIA ( MIENTRAS OTROS DICEN QUE LES QUITA EL SUENO) EN LA NOVELA CFE CON AROMA DE MUJER DICE QUE EL CAFE ES NEGRO COMO UN DEMONIO, Y CALIENTE COMO EL INFIERNO, BUENO SON TANTAS LAS OPINIONES, PERO PARA MI ES UNA DROGA NO PUEDO VIVIR SIN CAFE HACE UNOS MINUTOS ACABO DE SABOREAR UNA TAZA DE CAFE

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    1. Qué te puedo decir que no hayas dicho tú. Estoy de acuerdo, Alondra. Gracias por tu comentario.

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  4. Una vez más, Elisenda, tu trabajo con la pluma ha reflejado la excelente calidad de tus escritos, ya sean sobre viajes, decoración o literarios. ¿Qué nueva sorpresa nos guardas para el futuro?

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  5. ¿Por qué ya no me sorprendo al descubrir un nuevo trabajo tuyo? No lo digo en sentido negativo, sino todo lo contrario, Elisenda. A estas alturas del camino, te creo capaz de cualquier cosa, incluso de escribir una enciclopedia. Eres un tesoro. Por cierto, tu relato, muy chulo. Me he quedado con ganas de saber más sobre la desmemoriada señora.

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    1. Gracias en nombre de Elisenda, Carmela. Tendrás que esperar a que se anime a escribir la novela. Un saludo.

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  6. Gracias Elisenda y José Juan Picos Freire por el cuento y la iniciativa, me ha encantado!!!

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