SUBIDÓN PLANETARIO
De un desierto me da más miedo la soledad -y supongo que la desesperación- que la falta de agua y el peligro de insolarse. Hace ya unas cuantas entradas decía que esta aventura literaria en la que me he metido se parece a una travesía del desierto. Nunca he cruzado más pedregales que los de Almería y Los Monegros, aparte de la exasperante llanura palentina en el Camino de Santiago, así que aquella afirmación era más tópica que otra cosa. Tampoco me sirve el recurso al tedioso viaje solitario; en el secarral de los escritores noveles es más fácil encontrarse con otro principiante que con Miguel Ángel Rodríguez en una tertulia, que ya es decir.
¿Y entonces? Pues, entonces, lo verdaderamente peligroso de este vagar del literato bisoño son los espejismos. A veces -porque le publican un libro en su pueblo o porque sube un ebook a internet-, el aspirante piensa que, por lo menos, ha llegado a un oasis. Pero no; como mucho, es un pozo, y muy transitado. Ahí quería llegar yo: confundir un pozo con un oasis es una ilusión engañosa. Ayer (27 de octubre) sufrí uno de esos espejismos. Por cierto, también los hay en el mar, tan extenso, desesperante y poco potable como un desierto. Lo digo porque voy a cambiar de ambiente para explicarlo mejor.
Tirar un tuit al océano de Twitter es, propiamente, como tirar una piedra al mar. Nunca sabes lo que puede pasar: que Neptuno te devuelva la pedrada; que le rompas la frente a una jibia y tengas para un arrocito muy bueno; o que una sirena piense que le estás tirando los tejos y resulte que Andersen y Disney tenían razón. ¡Tantas cosas pueden pasar por tirar un tuit al Tuiterráneo! A mi, ayer lunes, me pasó que arrojé un trino felicitándome por haber entrado en el Top 100 gratuito de Amazon con "El viento de mis velas" y, al final del día, recogí un retrino de la finalista del Planeta. Sí, sí... Y yo a Pilar Eyre no la conozco de nada.
El retuit de Pilar Eyre a "El viento de mis velas" |
Seguro que habrá quien piense que no es para tanto, que ya sabemos cómo funciona lo de los premios de postín y que todos conocemos el currículum de la Eyre (como si a estas alturas estuviéramos para tirar la primera piedra). Pues ya que hablamos del mar, me la trae al pairo; yo no soporto a Murakami y no le doy la lata a nadie con eso. Estuvo muy bien, pero que muy bien, que me retuiteara una finalista del Planeta que tiene 23 toneladas y 7 quintales de seguidores. Pero eso me hizo creer que estaba llegando al borde del desierto: los escritores consagrados no se adentran en él o ya hace mucho que salieron. Un espejismo, eso no era más que un espejismo. Así que hoy, recuperado de la ilusión, sé que debo cubrirme la cabeza del sol, los ojos del viento y el corazón de toda especie de desaliento y autoengaño. Y seguir caminando, pero, mejor que solo, en caravana.
Lo que sí me extrañó del espejismo del retuit de Pilar Eyre es que si su color favorito "es verte", ¿por qué su perfil de Twitter es "atul"?... ¿O se me estará yendo la olla por el calor?
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